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CARTA PASTORAL | Don Ricardo, Cardenal-Arzobispo de Valladolid

DEL CONFLICTO A LA COMUNIÓN  •  16-31 de enero de 2017  •  A todos los fieles cristianos de la Iglesia de Valladolid

 

DEL CONFLICTO A LA COMUNIÓN

arzobispo

 D. Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid desde el 17 de abril de 2010 y Cardenal de la Iglesia Romana desde el 14 de febrero de 2015

 

 

 

 

 

«Todos los cristianos debemos ponernos humildemente en presencia de Dios pidiendo que su misericordia nos perdone y renueve» 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Concilio Vaticano II se propuso como fines principales acrecentar la vida cristiana entre los fieles, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones sometidas a cambio, promover cuanto pueda contribuir a la unión de los cristianos y fortalecer lo que sirva para invitar a todos a formar parte dela Iglesia (cf. Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, Sacro-sanctum Concilium 1).

 

La renovación y la reforma de la Iglesia, el ecumenismo y la evangelización fueron las grandes aspiraciones del Concilio Vaticano II. Los 50 años de diálogo ecuménico nos han ayudado a superar muchas diferencias. Esto se advierte particularmente en la forma como se ha iniciado la conmemoración de la reforma luterana (31 de octubre de 1517), cuando Lutero fijó las 95 tesis en la puerta de la iglesia de la Universidad de Wittenberg. La reunificación de los cristianos es un empeño asumido por la Iglesia católica de manera irreversible.

 

El 31 de octubre de 2016 firmaron en la catedral de Lund (Suecia) el Papa y el Obispo Presidente de la Federación Luterana Mundial una Declaración luterano-católica conjunta. Este encuentro y la firma es un acontecimiento histórico. Se puede resumir su sentido con las palabras que figuran en el título de esta carta “Del conflicto a la comunión”. Aunque el pasado no se puede cambiar, lo que se recuerda y cómo se recuerda puede ser transformado. El Papa Francisco y el Obispo Munibre conocen que la gracia de Dios nos ha liberado para caminar hacia la comunión a la que Dios constantemente está llamando. Ambos quieren mirar con amor al pasado que compartieron, reconocer el error de la separación y pedir perdón a Dios. No quieren resignarse a la división y al distanciamiento, sino caminar juntos por el camino de la reconcilia-ción. No se sienten extraños sino hermanos; aunque en el pasado hubo prejuicios y también injerencias de la política que consolidaron la división. Necesitamos curar nuestras heridas y purificar nuestra memoria.

 

Todos los cristianos debemos ponernos humildemente en presencia de Dios pidiendo que su misericordia nos perdone y renueve. Con estas actitudes fuimos invitados el Obispo Auxiliar y un servidor a la reunión inaugural de las comunidades evangélicas de Valladolid, y con esa misma actitud participamos nosotros. El Papa Francisco y el Obispo Presidente de la Federación Luterana Mundial nos han dado un ejemplo, que nosotros deseamos también asumir y mostrar.

 

La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2017, que transcurre desde el día 18 al 25 de enero, tiene presente especialmente la conmemoración de los quinientos años del comienzo de la Reforma protestante y el compromiso de caminar del conflicto a la comunión, de la lejanía al acercamiento; es decir, queremos ser fieles a lo que Jesús encomendó a sus discípulos: “Que seamos uno para que el mundo crea” (Jn. 17, 21). Nuestra vocación es la unidad en el amor y la irradiación misionera de la fraternidad. No estamos divididos irreparablemente.

 

Avanzamos de lo que nos une a la superación de lo que aún no com-partimos. ¿Cuál es el centro de nuestra unidad? ¿Qué fuerza nos une? ¿Hacia dónde debemos avanzar todos? Esta es la respuesta: La celebración ecuménica de los quinientos años, a la luz del Concilio Vaticano II y en la fidelidad al Evangelio, debe ser una celebración de Jesucristo. Si se pone el énfasis en la persona de Jesucristo y en su obra reconciliadora todos los cristianos (católicos romanos, ortodoxos y protestantes) podemos participar en la conmemoración del comienzo de la Reforma.

 

En este contexto el tema de la celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es precisamente “Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia” (2 Cor. 5, 14). El texto bíblico amplio es 2 Cor. 514-20, que se va meditando a lo largo de la semana. Los materiales han sido preparados por el Consejo de las Iglesias de Alemania y, como es habitual, en nuestra Diócesis tendremos diversos encuentros de oración, culminando con otra celebración en la parroquia del Santísimo Salvador.

 

El Ecumenismo, el movimiento para la restauración de la unidad delos cristianos y de las Iglesias, tiene diversas tareas y manifestaciones. Es una meta a la que nos vamos acercando en obediencia al Señor. Hay diversos aspectos mutuamente enlazados espiritual, teológico, de la caridad y martirial. El ecumenismo espiritual, o su dimensión orante, comprende la súplica personal y comunitaria, en la intimidad y en la celebración, por la que invocamos a Dios para que nos conceda el don de la unidad, que por nuestras propias fuerzas no podemos alcanzar. El Octavario de oración por la unidad de los cristianos, que tiene más de un siglo, es un tiempo que emerge en el camino de la oración; empezó en el año 1908 por iniciativa de Paul Wattson, anglicano, y el P. Couturier lo retomó el año 1935 en la Iglesia Católica.

 

En el diálogo con los protestantes ha sido un hito muy importante la firma del documento teológico sobre La Justificación. Leyendo la Sagrada Escritura todos juntos, con la mirada puesta en Jesucristo, Salvador de todos los hombres, reconociendo nuestros pecados y confiando en el amor de Dios podemos reencontrarnos como sarmientos unidos a la vid (cf. Jn. 15, 5). El trabajo teológico continúa y es necesario. Debemos estar unidos en la verdad del Evangelio.

 

Entre las diversas confesiones cristianas se ha desarrollado también una colaboración para promover la dignidad humana, la justicia y la paz. En los campos del servicio a los hombres y a sus derechos nos encontramos también y vamos caminando unidos. Hay un ecumenismo que podemos llamar de la caridad. Cáritas Internacionalis y la correspondiente organización luterana han firmado un acuerdo con esta finalidad.

 

El ecumenismo tiene también una dimensión martirial, un ecumenismo de la sangre, testificando a nuestro Señor, cristianos de diversas Iglesias. En el tiempo presente el martirio común a los cristianos es una señal convincente del ecumenismo. Actualmente el conflicto en Oriente Medio, por ejemplo, une a cristianos de todas las Iglesias y Ritos. En Irak hay mártires católicos caldeos y también coptos ortodoxos.

 

Caminemos por los senderos de la unidad.

 

Oremos por la unión de todos los que creemos en Cristo.

 

firma don ricardo cardenal

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