El sábado 7 de julio nuestro arzobispo D. Ricardo ordenará al jesuita Javier Rodríguez Ortega a las 18:00 horas en el Colegio San José, del que Ortega es antiguo alumno. Este joven ha querido compartir algunos de sus pensamientos dias antes de tan importante acontecimiento:

Después de casi diez años desde que entré en el noviciado, la ordenación es para mí un momento muy importante de confirmación y profundización de la primera vocación religiosa. Creo que hay bastantes cosas en común con entonces: deseos y esperanzas que vuelven a aparecer y que convergen dando de algún modo sentido unitario a estas dos vocaciones como jesuita y como sacerdote. Ambas se complementan y se enriquecen. Ambas apuntan al seguimiento de Cristo pobre y humilde con Él y como Él, en constante discernimiento junto con tantos y en disponibilidad para las diferentes misiones a las que sea enviado. Es, en definitiva, una apuesta por la vida, por la gente, por el sentido, por la esperanza…

Soy consciente de la novedad que supone vivir en clave presbiteral: una mayor exposición a lo público, un mayor servicio material y espiritual a aquellos a los que Dios me pida, una mayor oportunidad para encontrarme con Él a través de sus mediaciones...

Soy consciente de las renuncias que supone este estado de vida. Pero ni todas juntas me mueven más que responder a Su llamada en una vida que está llena de promesas y realidades, dónde Él es, precisamente, lo único irrenunciable.

Soy consciente de mis limitaciones y mis pecados. Siento que en ocasiones el vértigo pondrá en marcha todas mis resistencias. Que querré poseer en mis manos a todos y harán bien en resistirse. Pero también, y con más fuerza, que si Él me mira y me toca, me será posible continuar en conversión, conformándome con Cristo.

La ordenación no es ningún logro personal. No es una apuesta en solitario, sino que me siento rodeado de compañeros y de buenos amigos con los que comparto trabajos, alegrías y sueños en los que intentamos responder a este Dios que nos guía y nos acompaña. Tratando a mi vez de ayudar a encontrarse con Él a quienes pasan y seguirán apareciendo en mi vida, sean quienes sean. Y todo como respuesta agradecida a esta verdad de ser llamado y recibido por Dios desde siempre en medio del mundo.