La infancia de Jesús
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- Categoría: Actualidad Diocesana
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La semana pasada ha salido a la luz el tercer volumen de la trilogía sobre Jesús de Nazaret de Benedicto XVI. Dedicado a la infancia de Jesús el eco que ha tenido en los medios ha sido buscando la polémica. La desinformación ha campado a sus anchas, fenómeno que no es nuevo ni sorprendente, y pone en labios del Papa justo lo contrario de lo que en realidad ha dicho. La pregunta surge inmediatamente: y de esto ¿a qué viene? La respuesta es clara: el autor molesta y hay que echar todo el barro posible para descreditarlo. No voy a entrar en esa polémica tan aireada del buey y la mula, voy a hacer algo más importante y es ofrecer un pequeño aperitivo del libro con objeto de que se lea con detenimiento.
Lo primero que hay que decir es que este libro es definido por Benedicto XVI como una “antesala a los dos volúmenes precedentes sobre la figura y mensaje de Jesús de Nazaret”. El objetivo que pretende es interpretar, en diálogo con los estudiosos de la biblia, lo que los evangelistas Mateo y Lucas narran al comienzo de sus evangelios sobre la infancia de Jesús. El papa quiere responder a dos cuestiones. La primera qué es lo que estos autores querían decir en su momento histórico con sus correspondientes textos. La segunda tiene que ver con la verdad de lo que se dice y cómo atañe a la persona que se acerca hoy al texto. Se busca así una relación entre el pasado y el presente, en donde el primero está vivo y tiene algo que decir al segundo. El libro se compone de cuatro capítulos. El primer capítulo se titula “¿De dónde eres tú? (Jn 19,9)”. Una pregunta sobre el origen de Jesús que nos sitúa ante el interrogante sobre su ser y misión. Para contestar se analizan las genealogías de Jesús que aparecen en los evangelios de Mateos y Lucas. Aunque muy diferentes uno del otro, ambos tienen un mismo significado teológico-simbólico: la colocación de Jesús en la historia y la afirmación de un nuevo comienzo en la historia del mundo. El tema del segundo capítulo es el anuncio del nacimiento de Juan Bautista y el de Jesús. A la hora de destacar algo yo señalaría cómo en este capítulo se subraya que en Lucas y Mateo se nos relata una historia muy humilde y por ello de una grandeza impresionante. Es la actitud de obediencia no forzada de María la que abre la puerta a Dios. Jesús es un nuevo Adán, un nuevo comienzo. Se lleva acabo así una nueva creación que se vincula al sí libre de una persona, María. El tercer capítulo se dedica al nacimiento de Jesús en Belén en un contexto histórico determinado. El imperio romano que -bajo Augusto- se extiende de Oriente a Occidente y, con su dimensión universal, permite la entrada en el mundo de un “portador universal de salvación”. Los elementos del relato del nacimiento están llenos de significado: la pobreza en la cual “el verdadero primogénito del universo” elige revelarse y “el esplendor cósmico” que envuelve el pesebre; y el amor especial de Dios por los pobres que se manifiesta en el anuncio a los pastores. A los Magos, los sabios que vieron surgir la estrella “del rey de los judíos” y fueron a adorarlo y a la huída a Egipto, está dedicado el cuarto capítulo. Las figuras de los “mágoi” -reconstruidas a través de una amplia gama de informaciones histórico-lingüísticas y científicas- están dibujadas como una fascinante muestra de la inquietud, de la búsqueda y de la expectativa interior del espíritu humano. Por último, el epílogo que se ocupa del relato de los tres días, durante la peregrinación de Pascua, en que Jesús, con doce años, se aleja de María y de José para quedarse en el Templo de Jerusalén discutiendo con los “doctores”. Jesús, que “crecía en sabiduría, edad y gracia”, se manifiesta aquí en el misterio de su naturaleza de verdadero Dios y, al mismo tiempo, de verdadero hombre que “piensa y aprende de modo humano”. Espero que estas palabras hayan servido para animar a la lectura de este libro excepcional.