4 de febrero de 2013. Todavía con los ecos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el Estudio Teológico Agustiniano acogió una conferencia de Juan de Dios Martín Velasco, filósofo de la religión especializado en Fenomenología. El título de la conferencia fue "La vivencia personal de la fe en el actual contexto interreligioso".

La época actual constituye una amenaza y un desafío apremiante para la fe, porque hoy, en muchos ambientes, la fe ha dejado sencillamente de interesar a las personas.

Juan de Dios Martín Velasco ha querido ofrecer una respuesta a ese desafío y una llamada de atención sobre la gravedad de la crisis religiosa en los países de tradición cristiana.

El acto fue organizado por el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid y el Secretariado Diocesano de Ecumenismo.

SER CREYENTE EN SITUACIÓN DE PLURALISMO RELIGIOSO.

"Cada época tiene su propia tarea en la presencia de Dios; la del mundo de hoy es la de creer” (K. Rahner). La situación actual, añadía, “constituye una amenaza y un desafío para la fe”. Con el paso de los años este desafío se ha hecho más apremiante, porque hoy, en muchos ambientes, la fe no es ni siquiera problemática. Ha dejado sencillamente de interesar a las personas.

A responder a ese desafío quieren colaborar las reflexiones de esta tarde. Con ellas nos proponemos llamar la atención de los que nos consideramos creyentes sobre la gravedad de la crisis religiosa, convertida ya en crisis de Dios y de la fe en él que padecen en nuestros días los países de tradición cristiana; invitarnos a discernir en qué medida estamos personalmente influidos por ella; y ofrecer recursos para iniciar el camino de la conversión o progresar en él, desarrollando esa tarea nunca acabada de “aprender a creer”.

El largo camino de la fe no comienza con nuestra decisión de creer. Tiene su origen y su condición de posibilidad en la presencia de Dios en el corazón de la persona y consiste en reconocerla como centro de la propia vida en una actitud de confianza incondicional que solo él merece y no defrauda.
Solo una atenta meditación sobre el misterio de Dios revelado en Jesucristo nos permitirá redescubrir la verdadera naturaleza de la actitud creyente y ponernos en condiciones de hacerla realidad en nuestra vida. La fe tiene además “vocación de experiencia” (H. de Lubac) que se hace efectiva en las múltiples formas que adopta su ejercicio.
Ser creyente se corresponde con lo mejor de la condición humana. Por eso el creyente puede decir como san Pablo: “vivo de la fe”, y en ella recibe de aquél en quien confía la certidumbre de su existencia, la conciencia del valor y la dignidad de la propia persona y el sentido último de su vida.
De ahí que en la fe tengamos los creyentes la fuente de una radical renovación de la vida que la abre al horizonte infinito de Dios y hace aflorar en ella la fuente de la verdadera alegría: “Bienaventurados los que sin ver crean”. Ser creyente en situación de injusticia exige la lucha contra ella, la opción por los pobres y la solidaridad con ellos.

Ser creyente en situación de pluralismo religioso. De las sociedades homogéneas, a las pluralistas. En ellas las religiones han de pasar del aislamiento y la exclusión de los otros, a la convivencia y el diálogo convertido en una necesidad y una oportunidad para todos. Del diálogo al testimonio. Algunos “resultados” del incipiente diálogo: la convergencia de las religiones y la colaboración de todas en la búsqueda de soluciones a los problemas de la humanidad. “El cristiano de mañana será ecuménico, o no será cristiano” (Cardenal Martini). “Yo sé que mi Salvador vive; me lo ha enseñado la historia de las religiones”.