Visita del Papa a la isla griega de Lesbos
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- Categoría: Actualidad Diocesana
16.abril.2016__ El Papa llegó a Lesbos a las 10:00 h. Fue recibido por el primer ministro Alexis Tsipras y saludado por su Santidad Bartolomé, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, su Beatitud Jerónimo, arzobispo de Atenas y de toda Grecia y por el obispo Fragkiskos Papamanolis OFM Cap, presidente de la Conferencia Episcopal Griega.
Después de un encuentro en privado con el primer ministro el Papa se trasladó al campo de refugiados de Mòria, acompañado por el Patriarca Bartolomé y por el Arzobispo Jerónimo. El campo dista 16 kms del aeropuerto y alberga alrededor de 2.500 refugiados que solicitan asilo.
Una vez llegados al Mòria, los tres líderes religiosos fueron saludados por 150 menores de edad residentes en el campo de refugiados y atravesaron el patio dedicado al registro de los prófugos para llegar a una tienda de campaña donde saludaron individualmente a 250 personas allí acogidas.
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Al hablar de la visita a la isla de lesbos, el papa Fracisco fue muy claro:
«Este viaje está marcado por la tristeza. Esto es importante. Se trata de un viaje triste. Vamos a encontrarnos con la catástrofe humanitaria más grande después de aquella de la Segunda Guerra Mundial. Vamos – y nos daremos cuenta – a encontrar a mucha gente que sufre, que no sabe a dónde ir, que ha tenido que huir. Y vamos también a un cementerio: el mar. Allí, mucha gente se ha ahogado».
Otro momento importante de la visita tuvo lugar al mediodía: el Arzobispo Jerónimo, el Patriarca Bartolomé y el Papa Francisco pronunciaron sendos discursos desde el podio instalado en el patio del campo de refugiados y firmaron una declaración conjunta. Los tres almorzaron con algunos refugiados en un prefabricado detrás del podio.
Posteriormente se desplazaron al puesto de la Guardia Costera en el puerto de Mytilene donde encontraron a la población y a la comunidad católica y el Papa pronunció un segundo discurso en el que destacó:
«Queridos hermanos y hermanas, ante las tragedias que golpean a la humanidad, Dios no es indiferente, no está lejos. Él es nuestro Padre, que nos sostiene en la construcción del bien y en el rechazo al mal. No sólo nos apoya, sino que, en Jesús, nos ha indicado el camino de la paz…»
Después de las palabras de Francisco, siguió una breve oración individual de cada uno de los tres líderes religiosos por las víctimas de las migraciones. Tras un minuto de silencio recibieron de tres niños coronas de laurel que arrojaron al mar. |
Declaración conjunta |
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Discurso del papa Francisco |
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