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Tal y como recuerda la delegada de Enseñanza de la diócesis vallisoletana, Julia Gutiérrez, el profesor de religión en la escuela tiene una doble misión:

I. Enseñar las propuestas de la Iglesia católica en materia de educación, reflejadas en el Currículo de la asignatura de religión. Un currículo que interrelaciona con las demás asignaturas en el diálogo fe-cultura. Como podemos comprobar, a lo largo de la historia la religión católica ha generado cultura pues las diferentes disciplinas como son la lengua, la historia, la economía, la filosofía, las manifestaciones artísticas…, tienen contenidos que provienen de la Teología, de la religiosidad de las personas y los pueblos, mostrando, con ello, que la asignatura de religión es indispensable para continuar generando sociedades más justas y humanas en solidaridad, paz, desarrollo integral.

II. Representar a la Iglesia en una estructura del mundo, como es la escuela, que tiene su dinamismo. En este contexto el profesor de religión realiza una misión eclesial, social y humana: respeta la autonomía de esta institución que se rige por sus leyes, ofrece el Evangelio de Jesucristo a toda la comunidad educativa colaborando en el buen funcionamiento del centro y en la educación integral del alumno, tratando de sacar con sus enseñanzas el Cristo que hay en cada uno, trabajando los distintos elementos propuestos en el currículo como indica la ley educativa, desarrollando competencias y capacidades, educando en valores y virtudes para que el día de mañana la persona sepa situarse de modo constructivo en el mundo que le rodea, la familia, el trabajo, la cultura y la sociedad que le toca vivir.