Iglesia católica y nacionalismo
- Detalles
- Categoría: Campaña
En varios de sus documentos,
|
IGLESIA CATÓLICA Y NACIONALISMOEsteban García-Morencos [artículo publicado en Alfa & Omega | Nº 334/26-XII-2002]
Ya en el Concilio Vaticano II, se encuentran reservas de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) ante ciertas modalidades de nacionalismo. (...) El Decreto Ad gentes divinitus, sobre la actividad misionera de la Iglesia, declara (n.15, 6º): «Los cristianos, congregados de entre todas las gentes en la Iglesia, no son distintos de los demás hombres ni por el régimen, ni por la lengua, ni por las instituciones políticas de la vida, y por ello, deben vivir para Dios y para Cristo según las costumbres honestas de su nación; cultiven como buenos ciudadanos, real y eficazmente, el amor a la patria; eviten completamente, sin embargo, el desprecio a otras, razas y el nacionalismo exacerbado».
Y la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, afirma (n. 85, 3º): «Para establecer un verdadero orden económico universal, hay que abolir... las ambiciones nacionalistas...»
«Otros obstáculos se oponen a la formación de un mundo más justo y más estructurado dentro de una solidaridad universal: nos referimos al nacionalismo y el racismo». Y añade que «el nacionalismo aisla los pueblos, en contra de lo que es su verdadero bien».
«Renace con el sentido nacional, legítima y deseable expresión de la polivalente comunión de un pueblo, el nacionalismo, que al acentuar dicha expresión hasta formas de egoísmo colectivo y de antagonismo exclusivista, hace renacer en la conciencia gérmenes peligrosos y hasta formidables de rivalidad y de luchas muy probables».
«Si reflexionamos sobre lo que constituye el fundamento de los comportamientos colectivos (de inestabilidad política) en África o en Europa, descubrimos fácilmente la presencia de «nacionalismos exacerbados». No se trata de amor legítimo a la propia patria o de estima de su identidad, sino de un rechazo del otro en su diferencia para imponerse mejor a él. Todos los medios son buenos: la exaltación de la raza, que llega a identificar nación y etnia...»
«Hoy se manifiesta una nueva convergencia de los pueblos hacia estos valores: el rechazo de la violencia y de la guerra; el respeto de la persona humana y de sus derechos; el deseo de libertad, de justicia y de fraternidad; la tendencia a superar los racismos y nacionalismos; el afianzamiento de la dignidad y la valoración de la mujer».
|