4.febrero.2014_ Dentro de los actos para conmemorar el 450 aniversario de las comunidades laicas ignacianas se celebró en la Residencia de Ruiz Hernández la charla «La misión laical: levadura en la masa», en la que Antonio Allende sj intentó transmitir cuál es la misión especifica del laico y cómo ha cambiado la visión que se tiene de él en la Iglesia en el último medio siglo.

 Definir lo que significa ser laico es difícil porque –como explicó Toño– toda la Iglesia está en un momento de cambio y reflexión en este tema. Las definiciones muchas veces, o son incompletas, o hacen referencia a actividades que no son solo propias de los laicos. Por eso empezó hablando de la importancia que tiene para el laico hoy el mantener una relación personal con Dios, y desde ahí descubrir los carismas que puede aportar a la Iglesia en diálogo con otros carismas. Y de ese modo sentirse llamado a ser discípulo de Jesús y evangelizador, asumiendo esa responsabilidad que tiene por ser bautizado.

En un segundo momento, enumeró aquellos ámbitos de la misión del laico que le son propios. En primer lugar la familia, lugar para vivir y educar en la fe. En el mundo laboral está llamado a humanizar las relaciones entre sus compañeros y a considerar al otro como prójimo y no como competidor. También el ámbito político es lugar donde resulta ineludible la llamada al laico para construir Reino de Dios. Por último, y aunque no es responsabilidad exclusiva suya, también está llamado a participar en la comunidad eclesial desde la acción profética, ayudando en la liturgia, colaborando en el servicio y construyendo comunión fraterna.

Como conclusión, Toño insistió en que son responsabilidad del laico la relación y el diálogo con la sociedad, ya que son los laicos quienes están presentes en todos los ámbitos del mundo. Además, nos invitó a vivir este tiempo venidero como un tiempo de oportunidad, en el que descubrir juntos los nuevos modos de estar en la Iglesia desde los distintos carismas que recibimos.