Las noticias vuelan y lo acontecido hace unos días parece que ocurrió hace meses. Sin embargo la Jornada Mundial de la Juventud no fue hace tantos días. Fueron unos días intensos en los que junto al papa se reunieron casi dos millones de jóvenes de todo el mundo para encontrase con Cristo en la Iglesia. El mensaje del papa fue desgranándose a lo largo de los días centrales de la Jornada Mundial de la Juventud. Nada más poner el pie en España el Papa Benedicto XVI hizo una petición concisa y directa a los jóvenes: "No os avergoncéis del Señor".

Así como también reflejó su inquietud por los gran número de jóvenes que "miran con preocupación el futuro ante la dificultad de encontrar un empleo digno, o bien por haberlo perdido o tenerlo muy precario e inseguro". Ya antes, en el vuelo papal que le trajo a Madrid, ya había indicado expresamente, en su diálogo con los periodistas, que "la economía no puede referirse a sí misma, sino que el hombre debe estar en el centro de la economía, que no representa sólo el beneficio sino la solidaridad". Esa misma tarde, en la Plaza de Cibeles, durante el discurso de bienvenida y tras cruzar la Puerta de Alcalá, alertó sobre el peligro del individualismo relativista. De aquellos que "desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias". "Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos". En su segunda jornada en España, el Papa defendió ofreció la "radicalidad evangélica" de la vida consagrada frente al "relativismo y la mediocridad", durante su encuentro en el Patio de los Reyes del Monasterio de El Escorial con 1.664 religiosas jóvenes. Poco después, Benedicto XVI se dirigía a más de un millar de profesores universitarios a los que alertaba de una visión "utilitarista" de la educación. "Sabemos que cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediatos se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas: desde los abusos de la ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo del poder". A la vez pidió maestros auténticos, humildes y que busquen la verdad. Por la tarde del viernes, el Papa dirigió a los jóvenes peregrinos tras el Vía Crucis otro de sus mensajes más directos: "No paséis de largo ante el sufrimiento humano". Así, les explico que sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida "destruiría al hombre mismo". En su tercera jornada, ante 4.000 seminaristas y en la Catedral de la Almudena, el papa pidió a los sacerdotes que fueran santos para no crear contradicciones y les animó a no dejarse intimidar "por un entorno que pretende excluir a Dios". Por la tarde, se encaminó hacia el Instituto Fundación San José para defender que los más débiles "son los protagonistas de esta civilización" y defender la dignidad de cada vida. En la Vigilia de Cuatro vientos, el fuerte aguacero le hizo improvisar y, al reanudar su discurso regaló otro mensaje escueto y claro a los jóvenes: "Vuestra fuerza es mayor que la lluvia". En la misa de envío del domingo, el Papa quiso saber cómo habían pasado la noche los jóvenes tras la tormenta. Más tarde, en la homilía, Benedicto XVI lanzó un último mensaje entusiasmente: "Seguir a Jesús en la fe es caminar con El en la comunión de la Iglesia (…) El mundo necesita el testimonio de vuestra fe”.